Se intenta favorecer a los niños que habitan los cerros salteños, cuya educación en las escuelas rurales de la zona finaliza en el nivel primario.
La mayoría de los niños viven en casas muy humildes diseminadas a través de los cerros.
Sus familias suelen vivir de lo que ellas mismas producen (es decir, la cría de cabras y el cultivo de vegetales básicos) y aún practican el trueque entre ellas.